domingo, 22 de mayo de 2011

En sus ojos estaba todo.

Pocas veces se miraba al espejo así. Las lágrimas la hacía aún más fea a sus ojos, pero, aunque le doliese verse así, le daba algo de morbo mirarse. Era un poco masoquista. Pero bueno, sin ella saberlo, comenzó a darse cuenta de que también había algo bonito en ella. Las cicatrices que tenía en la cara le daban un aspecto que, sinceramente, daba miedo. Pero sus ojos…, sus ojos eran una de esas maravillas del mundo. El cielo podía verse en sus ojos secos de lágrimas y, cuando estaban húmedos, eran reflejo del mar. Podía traspasarte con ellos y hacerte sentir cada una de sus señales, podía, incluso, hacerte sentir en las nubes si te miraba con ojos alegres y, si la veías llorar, si veías cómo una de su lágrimas caía por una de sus mejillas cicatrizadas, entonces, te hacía sentir su dolor.

Ella era de esas personas que no daba gusto mirar a la cara porque, en cierto modo, desagradaba. Pero, sin embargo, si sólo te fijabas en sus ojos claros con pestañas enormes, te podías quedar horas observando sus pupilas. Sintiendo todo lo que te transmitía desde ellos. Daba gusto tropezar con sus ojos entre tantos ojos vacíos. Definitivamente, sus ojos enamoraban.
 ~Anabel Vaz. ~

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