viernes, 27 de enero de 2012

Maybe not.

Si no recuerdo mal, y el alcohol no provocó alucinaciones en mi cabeza, anoche el calor corporal de ambos y el frío penetrante de la calle, fueron suficiente para que en su cama pasara un huracán. En el fondo, nunca me gustó lo suficiente el chico. Ni siquiera me gustan sus ojos. Su piel pálida, su olor a AXE, su pelo peinado con cuidado, sus ojos negros bajo aquellas cejas pobladas y su estilo, nunca me gustaron. De hecho, odio cómo lleva los vaqueros caídos, y cómo se arregla el pelo más que yo. Odio cómo usa las camisetas pegadas para cualquier momento y cómo se me acerca siempre hablando con seducción.

Sí, fue un desliz, una de mis locuras nocturnas. Pero no importa, no estuvo mal, quizás tenga algo que me guste. Realmente, tiene unas pestañas preciosas, y un lunar en el cuello que me encanta y otro justo en el filo de la oreja... En realidad, tiene una voz encantadora. Canta como nadie y su mirada se me clava en el alma. En el fondo, sus manos son duras y grandes; pero acarician con dulzura y, me atrevería a decir, como nadie lo hizo. Es detallista. Pero no de esos que compran mil tonterías caras para impresionar. No, él pinta. Siempre lleva su bloc bajo el brazo. Me pinta sin que me de cuenta; escribiendo, prestando atención en clase, riendo y posando..., me pinta con esmero y me observa. Es observador. Sabe lo que me gusta y lo que no, lo que odio y me encanta. Pero nunca cambia. Físicamente, es alto, muy alto. Tan alto que me duele mirarlo a los ojos. Cabeza y media me saca, pero sonríe como un ángel y, por eso, me merece la pena mirarlo. En realidad, es simpático pero no deja de molestarme. No sé, tiene cosas buenas.

Creo... Creo que repetiría de nuevo. Su cama sigue caliente y la habitación oscura... Lo único que ha cambiado en estas tres horas ha sido su respiración. Ahora, es pausada y, observándolo bien, así, callado y dormido gana. Está guapo. En fin, en cuanto lo despierte perderá su encanto..., o quizás no.


~ Anabel Vaz. ~