martes, 8 de febrero de 2011

Mi cama vacía.

Anoche cerré los ojos y me vino tu imagen a la mente. Anoche, mientras trataba de coger el sueño, apareció tras la persiana de mis párpados tu imagen nítida. Todo parecía tan real entre mis sábanas… Di vueltas como si nada, dormida, compartiendo sueños contigo de forma imaginaria. Y escuchaba tu voz, sentía tus caricias, el tacto de tu cuerpo…, y, ahora que lo pienso bien, quizás sólo eran las sábanas frías de mi cama que me amarraban de algún modo a la realidad. Quizás se unió con las ganas que tenía de vivirlo y la imaginación tomó las riendas de aquel momento.

Desperté como cada mañana. Me deslicé entre las sábanas aún frías por tu ausencia y cuando me di la vuelta para abrazarte como cada mañana me topé con la peor de las sorpresas… Faltabas. Faltaba la más diminuta flor, la esencia de mis días, aquella a la que prometí y regalé todo cuanto tenía. Se fue, era real la pesadilla que creía que vivía cada día al despertar. Esperaba que mi vida fuese contraria: el sueño de cada noche, contigo, mi realidad; la vida y el tormento de cada día, sin ti, mi pesadilla más temida. Y no. Estaba confundida del todo. La contrariedad de mis días comenzó a contradecirse en mis adentros.

Mi locura sin cordura, ésa, resultó ser sensata. Tenía un fin, un único sentido: tu risa, tu persona. Y no me da miedo decirlo, te quiero. Voy a construir un mundo contigo y sin ti. Parece difícil, lo sé, pero trato de perder de nuevo mi cordura y volver a conseguir mi sonrisa. Mi promesa seguirá firme: nadie me quitará mi sana locura, ¿recuerdas? Nadie podrá robarme la sonrisa. Son promesas y, como todas mis promesas, las cumplo.

Y seguiré aprendiendo de todo lo que me rodea. Y no importa que me resulte difícil porque yo, con mi seguridad y dureza, me río de lo difícil y construyo sobre lo imposible. Sin base ni contención será fuerte: una muralla que construiré de nuevo con tiempo, mi coraza, mi caparazón. Aquella que destruí con tu ayuda, cariño, pero no olvides que aprendo rápido y que recuerdo paso por paso cómo quitamos cada pieza. Y con paciencia y amor, mi coraza será reconstruida. Porque las lágrimas en mi vida ya no tendrán cabida. Ya no pienso llorar más porque las verdaderas lágrimas no son las que caen de los ojos y resbalan por la mejilla, sino aquellas que duelen en el corazón y resbalan por el alma. Que las apariencias engañan y no todo lo que parece perfecto y feliz lo es. Tras una preciosa sonrisa, quizás sólo haya un mar de lágrimas.

~ Anabel Vaz. ~

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