Me bastan dos
palabras. No me importa que sean ocho o cinco
letras, si cierro los ojos, me basta. Más allá, a lo lejos, me basta con verte de
espaldas; si me esperas, o no, no me importa siempre y cuando no te me pierdas. Me basta con que me mires; y no me importa si sonríes o me
gruñes, si me giras la cabeza o me besas. Me basta con pensar que me aprecias y que si me
desprecias es culpa de tu
bipolaridad, y no me importa que lo niegues porque me encanta soñar.
Suponiendo sobre lo que ya supuse,
me gusta no saber nada de ti durante días, que desaparezcas y aparezcas
vacilón. Supongo que sigo siendo masoca. Supongo que quieres tenerme cerca en la oscuridad de tu cuarto porque te cohibes y sigo suponiendo que me das la espalda porque te sonrojas y tu faceta de machito te puede. Supongo que cuando me mientes y te vas con otra es porque..., no sé, supongo que tiene explicación.
Me gusta saber que tus labios besan
con esmero y que tus ojos son
sinceros. Me gusta que huelas a colonia y que niegues usarla; que grites y te aclares la voz. Me gusta saber que eres fuerte y que
nunca lloras, que sabes olvidarte de mí cuando quieres, que no me necesitas. Me gusta no saber a penas nada de tu vida. Pero ahora quiero olvidarte, dejar de pensarte, que te esfumes mientras fumo; que mi humo te consuma. Quiero no quererte y dejar de escuchar tu voz.
~ Anabel Vaz. ~
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