lunes, 5 de septiembre de 2011

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La vida, para muchos, es entendida como la acción de un ser sobre la Tierra; en la cuál el cuerpo adquiere funciones y objetivos que ha de realizar.
Para otras personas, la vida es el mejor regalo que le pudieron dar y son realmente felices con la vida que llevan aunque ni siquiera sepan qué es su vida ni para qué viven.
Muchos otros, sin embargo, piensan que la vida es la maldita cárcel que nos obliga a hacer las cosas que menos nos gustan y se nos apetece hacer; es la prisión de nuestras ideas, sueños e ilusiones; el impedimento a poder volar, saber lo que nadie sabe y aspirar a lo que, en vida, nunca conseguiremos y, sin embargo, es lo único en lo que podemos pensar. Suena triste pero, ¿quién nos puede decir si es o no verdad?
En nuestras vidas existen miles de ilusiones e infinitos deseos a los que aspiramos. Mil y un objetivos que te propones y de los cuales sólo conseguirás hacer un tercio o, incluso, muchos menos antes de morir.
Imagina ahora lo que sería una vida sin cuerpo, sólo alma: la vida se basaría en puras ideas y pensamientos, libertad y abstracción. Una vida diferente: sin complicaciones, transparente en su totalidad, inmaterial, eterna; una vida en la que los objetivos se conseguirían por mucho que tardes en realizarlos porque: esta vida no acaba. Aquí podríamos huir de todo lo que no nos gusta; ni siquiera tendríamos que sufrir. El amor, el odio, la guerra, los conflictos…, quizás, nada de esto existiera, pero: ¿a caso no sería todo un lujo este estilo de vida? ¿No sería perfecto olvidarse de todo lo que no nos gusta y nos hace daño?
Por desgracia, de esto nada se sabe con seguridad. Son puras creencias que para muchos lo es todo y para otros, por el contrario, nada. Por lo menos, con algo se puede seguir soñando, pero ojo: quizás nunca se haga realidad. Ahí queda la duda y podemos arriesgar a soñar con ello o no, con o sin las consecuencias que traiga consigo.

~ Anabel Vaz. ~

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