sábado, 12 de marzo de 2011

El tiempo roba.

A veces te sientas frente a la ventana transparente de tu habitación intentado divisar el horizonte que se esconde tras la multitud de edificios que se anteponen a su imagen. A veces, cuando sólo quieres pensar en no sabes siquiera qué, te tiras sobre tu cama y miras las estrellas que, tras el techo del cuarto piso en el que te encuentras, se muestran lustrosas con el sol del día. Y te pasan mil cosas por la mente que nunca quisiste pensar, mil situaciones que evitabas y un montón de comeduras de coco que jamás deseaste tener.

Te aferras a lo único que parece estar ahí, contigo, cuando más lo necesitas: su foto. Y es que cuando la coges sientes como si siempre hubiese estado allí como te prometió tantas veces. Ni siquiera tu cuarto te ayuda a alejarte de él. Los miles de peluches que te regaló, sus fotos, la ropa que juntos comprasteis… todos gritan su nombre entre las cuatro paredes del cuarto. Y vuelve a ser frustrante todo lo que te rodea porque nada te deja huir de todo esto que se te queda grande. Y todo vuelve al comienzo de lo que fue la historia más bonita del mundo porque no quieres pensar en lo malo que se vuelve el futuro para tus ojos; porque de nuevo nada te llena; porque, otra vez, las cosas te caen encima; porque como solía pasar entonces, las cosas cambian en los momentos menos oportunos; porque por mucho que te esfuerces, siempre habrá algo que te recuerde todas las cosas malas.

 Por eso, como siempre, otra vez recaes. Como siempre, como de costumbre, entre la multitud de peluches que te abrazan amablemente con cara de apoyo. Parecen saber cómo te sientes, parecen conocer todos tus secretos, parecen susurrar entre pequeñas brisas de aire que entran por la ventana. Y como siempre te dijo tu madre: “nunca sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos”. Nunca se equivoca por desgracia a veces y por suerte en otras ocasiones. Pero es así, siempre te acostumbraste a tenerlo todo, te sobraban las razones por las que sonreír, ni siquiera pensabas en lo que el tiempo podría cambiar poco a poco o, incluso, de golpe en tu vida. Jamás llegaste a imaginar lo que con el tiempo podría llegar a tu mente, las ansias que te entrarían al echar en falta todo el tiempo que malgastaste, nunca imaginaste la cantidad de falsos sueños que usaste como base para tu construcción. Y es que nunca apreciaste lo que realmente importaba en cada momento, las cosas que antes te sobraban y que ahora te das cuenta de que perdiste con el tiempo.
~ Anabel Vaz. ~

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