viernes, 17 de junio de 2011

Playa y amor.


Me encantaba el verano. El sol siempre nos iluminaba en el camino y nuestros besos se hacían aún más calientes… Normalmente, nos metíamos en el agua como locos y allí nos abrazábamos durante un buen rato. Yo cerraba los ojos, me enmudecía y olía su colonia camuflada bajo el leve paño de la brisa marina. Él y yo, el resto del mundo no existía. De vez en cuando, recorría su cuello con besos salados, otras veces, le besaba directamente en la boca; pero lo que más me gustaba era, cuando su respiración era pausada, alejarme de él con un empujón e intentar darle una ahogadilla. Siempre me cogía con fuerza y me zambullía en el agua como un loco mientras nos reíamos y, si me mosqueaba porque se pasaba de fuerza o algo por el estilo, me cogía de las manos, de la cintura y poco a poco me metía en el agua inclinándome hacia atrás para darme un beso de esos de película bajo el agua. Y bueno, allí, bajo el agua, jugaban nuestras manos y piernas… Me encantaba cuando cogía todas las algas posibles y me las acercaba a la cara porque me daban asco, no sé, supongo que como luego las tiraba lejos y me daba un beso diciéndome lo graciosa que me ponía, no me enfadaba demasiado.

En seco, me gustaba tomar el sol a su lado. Volvía a cerrar los ojos y dejaba que el ambiente me llenara. Si estaba aburrido siempre me hacía cosquillas por el brazo o me besaba sin desenfreno; si estaba haciendo algo, que normalmente leía, me encantaba escuchar cómo pasaba las hojas con delicadeza o, cuando por el calor, no dejaba de moverse y cambiar de postura. Adoraba cuando me daba crema por la espalda y, al terminar, me besaba en el hombro, también cuándo se lanzaba sobre mí y no dejaba de hacerme cosquillas o, cuando sin más, me cogía en peso y me llevaba al agua a la fuerza para bañarnos… Me encantaba pasear de su mano por la orilla, tocarle los pelos mojados, besarle y que fuese salado, comer de su helado, dibujar paisajes mientras me acariciaba…

Por la noche, solíamos mirar las estrellas con un poco de la música que tenía en el móvil, nos besábamos en la orilla del mar y hablábamos sobre cualquier tema. De vez en cuando, hacíamos locuras y nos bañábamos a oscuras, incluso, nos perdíamos en el bosque si nos cansábamos del mar. Algún que otro día, solía venir con un ramo de flores que acababa de coger, las mojaba un poco por los pétalos y me las daba con una sonrisa radiante. También nos íbamos de fiesta y bailábamos sin parar, muy cerca, mucho más cerca de lo que algún día puede imaginar, y si nos íbamos solos, lejos del mundo, me llevaba al lugar más solitario y bonito, donde las damas de noche y su aroma eran los únicos que nos veían, y, entre las pequeñas flores, enredaba sus manos en mi pelo mientras me besaba y acariciaba gran parte de mi cuerpo.

Y así, mi definición de verano cambió radicalmente con él, no sé, en cierto modo, me encantaba perder el tiempo entre sus brazos… En fin, me gustaba el verano, me sigue gustando. Me gusta él (tú, concretamente, si lo estás leyendo y te das por aludido), el mar, el agua, la sal, los helados y los besos bajo las estrellas. Te quiero a ti, y un verano que nos acompañe. Tú, yo, y resto, del mundo, que se detenga.

~ Anabel Vaz. ~

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