Y así, como si los días fuesen segundos, pasan las
vacaciones de verano. El mar parece en calma y el viento casi no se nota si no
fuese por el movimiento de mi pelo suelto.
Sol, me dirijo a ti como si fueses el aire que respiro
porque necesito de tu presencia y no puedo no pedirte que no desaparezcas más,
que te quedes en mi vida tanto como sea posible; que sea verano siempre. Por
ti, por mi, por él, por nosotros. Tú, la luz de nuestros días, la esencia de
nuestra historia… Casi como el mar es la tinta de este bolígrafo, tu luz es el
folio en el que escribo.
A él:
Los
poros de mi piel te extrañan tanto como mis mejillas tus besos. Las noches bajo
las estrellas sin luna, los días enteros bajo el sol, el mar… Tú, mi corazón,
el que me da vida y palpita. Te quiero. Te quiero tanto que mis manos lloran
lágrimas, tanto que me arde el pecho si no estás… Y ahora que se fue el verano,
ahora que te fuiste tú y la luz, mi cuerpo no siente, estoy en muerte estática.
Cariño,
baja de nuevo a verme, que tus ojos me hablen y tu boca calle. Vuelve a rozar
mis brazos y piernas, abrázame y susúrrame. Bésame cuanto quieras y no pidas
permiso. Cielo, vuelve y duerme conmigo. Sin más, me repito: te quiero.
~
Anabel Vaz. ~
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